Ser maestro es mucho más

| |

Mucha gente dice que ser maestro es fácil. Si eres de Infantil, porque te pasas el día jugando, y si eres de Primaria, porque tu trabajo consiste en abrir un libro, mandar ejercicios y cobrar. Visto así, es todo un lujo. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Ser maestro es mucho más. Al menos, para al que realmente le importe la Educación.

Como en toda profesión, las dificultades y los obstáculos hacen que muchas personas olviden por qué están ahí. Pierden las ganas, el interés, se desilusionan, se acomodan… Total, para cobrar lo mismo… Y así es como muchos maestros recurren a la ley del mínimo esfuerzo y desisten. Pero no podemos olvidarnos que nos debemos a los niños, y que somos una influencia muy importante para ellos. ¿Qué queremos transmitirles? ¿Queremos que sean personas que luchan por lo que quieren, o que se achantan ante los problemas?

Todo es cuestión de actitud, especialmente para los que ocupamos un lugar importante en sus vidas. Afrontar las situaciones que se nos presentan con una actitud positiva, con ilusión y pasión por lo que hacemos, permite convertir lo imposible en posible. La realidad sigue siendo la misma, pero los ojos con los que la miramos cambian. Y lo que hagamos dependerá de los ojos con los que se mire. Eso es lo que tenemos que transmitirles.

No basta entonces con tener vocación y conocimientos. Debemos ser capaces de conectar con ellos, escucharlos y contagiarles este espíritu del que hablamos. No nos olvidemos que trabajamos con personas, todas ellas muy diferentes, y que si queremos llegar a ellos debemos crear primero un vínculo emocional. De lo contrario, cualquier cosa que hagamos caerá en saco roto. Una tarea entonces nada fácil.

Hay una anécdota que César Bona menciona en su primer libro que tiene que ver mucho con esto. Una vez, en una entrevista, le dijeron que los maestros teníamos demasiadas vacaciones, a lo que él contestó:

Cada día que yo voy a la escuela siento el placer inmenso de asistir a un lugar donde sé que voy a disfrutar. No diferencio entre vacaciones, que es cuando aprovecho para pensar qué haré con los niños durante el curso, y los días normales de trabajo, que es cuando estoy con ellos. Al parecer usted, en su trabajo, no siente lo mismo.

Yo me siento privilegiada de formar parte de sus vidas, y de poder aprender con y de ellos. Tener la oportunidad de dejar huella en alguien implica mucha responsabilidad, pero también conlleva una enorme satisfacción. Por eso, soy feliz con lo que hago

Deja un comentario