Belén Piñeiro: «Educar en habilidades para la vida»

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Belén Piñeiro es maestra de Educación Infantil, experta en Educación Emocional y Social, fundadora de Maestra de Corazón y autora de varios libros.

¿Cómo definirías la Educación Emocional y Social en una sola frase? ¿Por qué es tan importante?

Creo que podría definirse en: «Educar en habilidades para la vida». Es importante porque todos tenemos emociones. Forman parte de nosotros desde que nacemos hasta que nos morimos. Viven en nosotros y en todos los que nos rodean. Tener los conocimientos que nos permitan gestionarlas, sólo puede aportarnos grandes beneficios. Nos hace la vida más fácil y sobre todo, más feliz.

¿Qué aspectos resaltarías a la hora de educar en las emociones?

Lo más importante me parece «educar al que educa». Cuando comencé a trabajar por mi cuenta mi idea era trabajar directamente con los niños, pero viendo la labor de otros compañeros me di cuenta de que ése no era el camino. Por supuesto, es mejor que nada, pero impartir «Educación Emocional» como una asignatura extraescolar, como algo aislado no me parece que tenga un impacto suficiente en el día a día de los niños. Recibir 2h a la semana de «clase» es menos efectivo que educar a sus padres y educadores para que integren la Educación Emocional como parte de su vida. Educarlos a ellos les hará enseñar al pequeño desde su experiencia, siendo su ejemplo y eso, sin duda alguna, tendrá mucha más influencia en la vida de los niños que 2 horas de clase aisladas que no están conectadas con su «vida real», su día a día.

¿Cuál es el perfil de un niño que es educado de esta manera?

La Educación Emocional, enseña a los niños, entre otras cosas a:

  • Incrementar su autoimagen positiva. Conocer sus habilidades, sus puntos fuertes y aceptar también, sus limitaciones.
  • Centrar su atención.
  • Distinguir, identificar y gestionar sus emociones.
  • Tomar decisiones responsables y éticas.
  • Construir y mantener relaciones con los demás.
  • Trabajar en equipo sin necesidad de que sea de forma competitiva.
  • Empatizar, ponerse en e lugar del otro.
  • Distinguir qué conflictos pueden resolver y la forma más eficiente de hacerlo.

Este trabajo, se ve representado en beneficios como:

  • Incremento de la autoestima.
  • Incremento del éxito académico.
  • Mejor salud mental.
  • Desarrollo de las habilidades sociales: Incremento de comportamientos prosociales.
  • Disminución de la ansiedad.

En niños en edades de enseñanza secundaria, se observan también, los siguientes beneficios:

  • Disminución de conductas delictivas.
  • Reducción de comportamientos antisociales.
  • Disminución del abuso de drogas.
  • Disminución de trastornos relacionados con la ansiedad, la depresión e, incluso, conductas suicidas.

¿Por qué o cómo empezaste a interesarte por la educación emocional? ¿Qué te inspiró a escribir los libros?

Después de trabajar en escuelas infantiles en España y sobre todo en otros países me di cuenta del vacío que existía en los colegios de nuestro país en este campo. Era como si a partir de los 3 años se omitiesen las necesidades afectivas, emocionales y sociales de los pequeños. Por eso decidí empezar a trabajar para cambiar esta realidad.

¿Qué cambio ha producido en ti y en tu día a día la práctica de la educación emocional?

El cambio ha sido muy satisfactorio. Es muy reconfortante saber que tu trabajo ayuda a mejorar la vida de las personas y, sobre todo, de los niños. También estoy, por primera vez, trabajando por mi cuenta y eso me está haciendo romper muchas barreras y darme cuenta de que hay muchas más cosas que cambiar en educación. Nos educan para ser mano de obra, para buscar un trabajo por cuenta ajena. No nos enseñan que podemos crear nuestro propio empleo, sin depender de otros. Tenemos la capacidad de generar nuestro sustento y de ser los responsables de nuestra vida.

¿Cuáles son las principales dificultades que has encontrado a la hora de ponerlo en práctica de manera consciente?

Como comentaba anteriormente, fue difícil aceptar que no era suficiente con educar a los niños. También, al comienzo, había mucha gente que no sabía de lo que le hablaba cuando ofrecía mis clases. Había mucho desconocimiento sobre este tema y en algunos sitios incluso me miraban mal, como si estuviese intentando captar niños para una secta o algo similar. Pero poco a poco, la educación emocional se fue abriendo camino y cada vez somos más los que defendemos el cambio de paradigma educativo.

¿Qué escuelas destacarías al respecto? Aquellas verdaderamente comprometidas con la Educación Emocional, que lleven a cabo proyectos interesantes…

Fuera de nuestro país hay muchas escuelas innovadoras. Los países nórdicos siguen siendo, a día de hoy el mayor referente: Las escuelas suecas Vittra, por ejemplo, carecen de aulas y horarios. Los niños pueden moverse libremente por la escuela y trabajar con otros compañeros o con sus docentes. La arquitectura de este centro es absolutamente espectacular. También debemos hablar, como no, de Finlandia, donde la escuela Innoomnia fue una de las primeras en utilizar el trabajo por proyectos.

En España comienza a haber brotes verdes educativos. A día de hoy destacaría el trabajo del colegio Montserrat, en Barcelona, donde se le da mucha importancia a las Inteligencias Múltiples. Entre ellas, la Inteligencia Intrapersonal e Interpersonal, que es lo que llamamos «Inteligencia Emocional».

¿Qué documental o vídeo recomiendas para aquellos que no conocen mucho sobre el tema?

Afortunadamente cada vez hay más material al respecto y me resulta más difícil elegir. Cualquier conferencia de Ted Robinson o Richard Gerver resultan muy enriquecedoras. También el documental de: «La educación prohibida» o, ya que actualmente me encuentro impartiendo un curso de Neuroeducación, hay un vídeo muy cortito llamado «Neuroeducación: por otra escuela» que explica perfectamente el cambio educativo que necesitamos, en menos de 15 minutos.

Aunque cada vez se habla más del tema, aún no parece que se le de demasiada importancia. ¿Qué crees que habría que hacer para que la sociedad en general y las familias en particular tomaran consciencia de todo ello y se implicaran?

Cada vez soy más optimista sobre este tema. Hace 4 o 5 años nadie hablaba de Inteligencia Emocional, Educación Emocional, o incluir habilidades sociales en la escuela. Considero que el cambio debe producirse desde abajo. Comenzando con los propios profesores, los padres… para que poco a poco, «haciendo ruido», el cambio llegue al sistema educativo, de manera formal.

Para terminar… ¿Alguna anécdota o algo que te haya sorprendido de los niños durante este camino?

Los que más nos sorprenden cada día son los niños. Hace un tiempo una mamá le decía a su hijo que estaba enfadada con él, porque él había pegado a otro niño durante una riña en el recreo. Éste, con sus 5 añitos o 6 recién cumplidos le respondió a ella: «Tú no estás enfadada, estás disgustada». Los niños son nuestros mejores maestros y ellos lo son siempre de corazón. 

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